11 de Noviemgre de 2007
Fuente: SANTIAGO DE CHILE, ENVIADO ESPECIAL
SE RECORDO EN SANTIAGO EL ASILO DADO A LOS CHILENOS QUE ESCAPABAN DE PINOCHET
Memorias del infierno en la Embajada argentina
Por: Néstor Restivo
Unas 800 personas, mayoría chilenas pero también argentinas, se asilaron en la Embajada argentina en Santiago tras el golpe de 1973, para huir del infierno. Y el jueves, Néstor Kirchner, apenas llegado para la Cumbre Iberoamericana, fue allí e inauguró una placa recordatoria, con un emotivo recuerdo también para el chileno derrocado, Salvador Allende.
En los jardines, el titular de la OEA, José Miguel Insulza, chileno, socialista y un presidenciable para 2009, dijo a Clarín: "Recibí al primer avión de exiliados que llegó a Buenos Aires. El golpe me encontró regresando de Europa y sin poder volver a Chile. Ahí viajaba el escritor Ariel Dorfman".
Tres ministros de Michelle Bachelet (ella misma exiliada, aunque no se asiló en la residencia argentina) fueron al acto, donde mientras se esperaba a un Kirchner demorado, lo que molestó a funcionarios chilenos, se recordaban los tiempos de la muerte.
Francisco Martorell, quien escribe un libro sobre el tema encargado justamente por el actual embajador argentino, Carlos Abihaggle, contaba que no todos se salvaron, "hubo varios tiroteos de Carabineros contra la residencia, sé de alguien engañado por uno de ellos que simuló querer ayudarlo, y a quien fusilaron cuando subía la pared, o familias que arrojaban a sus niños por sobre el muro de la residencia -los recogían adentro con sábanas- y luego saltaban ellos, si podían. La dictadura vino a buscar gente aquí muchas veces".
Otros elogiaron la labor de los diplomáticos argentinos, Félix Córdoba Moyano y Albino Gómez, en la tarea de rescate, las peripecias de los compatriotas que debieron escapar como fue el caso de los economistas Roberto Frenkel o Arturo O'Connell, o los chilenos que, al llegar a la agitada Argentina de 1973 (tres presidentes y tiempos distintos, Cámpora, Lastiri y Perón), y tras pasar meses asilados en Santiago, debieron pasar más tiempo del pensado en el hotel de Ezeiza, a medida que se derechizaba el gobierno argentino.
Pero el jueves fue emocionada y agradecida la memoria por la solidaridad de aquella hora crítica tras la caída de la Unidad Popular y el ascenso bañado en sangre del dictador Augusto Pinochet y la derecha chilena.
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